El árbol de lichi es un árbol frutal tropical originario del sur de China. Esta planta produce unas frutas rojas o naranja pálido, de piel dura, fáciles de descascarar se asemejan a frambuesas grandes. Su pulpa es blanquísima y translucida; es jugosa y tiene una fragancia muy propia y levemente agria. Su sabor es semejante al de las uvas. Y por lo tanto, se puede comer lichi.
Al fruto de este árbol se le ha otorgado, de manera no muy justa, una mala fama. Esta se inició hace muchos años, a raíz de la muerte de varios niños tras haber ingerido la fruta. El evento ocurrió en un área de la India que, además, es de las más pobres de ese país. Fue el caso que durante algunos años, hubo niños que despertaban en mitad de la noche aquejados de fuertes dolores.
Los niños eran trasladados a los hospitales en donde, repentinamente, caían en coma; un alto porcentaje de ellos fallecía. En principio, parecían sanos y los síntomas (vómitos, convulsiones) se habían comenzado a manifestar en menos de 24 horas. En ese periodo llegó a morir hasta una tercera parte de los niños que llegaron a los hospitales.
Este fenómeno ocurría, en general, al inicio de cada verano a medida que las temperaturas llegaban a niveles muy altos. Pocas semanas después, en el mes de julio cuando llegaban las lluvias, la epidemia desaparecía de nuevo.
La investigación de las causas de la enfermedad
Durante años, no fue posible identificar la enfermedad. Los pequeños eran recluidos con una severa inflamación del cerebro y no había evidencia de que padecieran de alguna infección. Cada caso tenía la apariencia de un hecho individualizado en su propia comunidad. Un niño podía estar enfermo pero, por ejemplo, sus hermanos no mostraban síntoma alguno.
En un principio, la epidemia fue atribuida al efecto de las altas temperaturas. Igualmente, se pensó en infecciones transmitidas por animales abundantes en la india: ratas, murciélagos o tábanos.
Posteriormente, diversas investigaciones fueron conduciendo al presunto y sorprendente responsable; se trataba del lichi. Igualmente, se logró asociar el padecimiento a problemas de desnutrición o mala alimentación; ocho de cada 10 niños que llegaban con la enfermedad, evidenciaban desnutrición o retraso en su crecimiento por escasa alimentación.
Al cruzar resultados, se descubrió que los niños se habían pasado de comer lichi, sin haberse alimentado la noche anterior. Y esto se supo por boca de sus propias madres.
Cómo se “resolvió” la epidemia de comer lichi
La respuesta a los resultados de la investigación, resultó relativamente fácil. Se instruyó a los padres de asegurarse de alimentar a los niños cada noche y persuadirlos de no comer lichi. La combinación de ingerir los frutos sin cenar resultaba, en no pocos casos, en una hipoglucemia que generaba la enfermedad. Pruebas de laboratorio habían revelado niveles muy bajos de glucosa en la sangre de los pacientes.
Después de esta recomendación, y en poco tiempo, el número de casos de niños enfermos reportados al año, disminuyó enormemente.
No obstante, y a pesar de los muchos beneficios que reporta, el lichi no es la panacea. Su fruta tiene un cierto grado de toxicidad. Posee aminoácidos infrecuentes capaces de inhibir la capacidad del organismo de sintetizar la glucosa y la oxidación de ácidos grasos. Esa toxicidad fue la que generó la hipoglucemia aguda padecida por los niños.
Beneficios de comer lichi
En contraste con todo, el lichi provee muchos beneficios al organismo. Es una fuente de vitamina C y tienen un alto contenido de potasio. Por otro lado, se afirma que tiene propiedades anticancerígenas, ya que sus flavonoides ayudan a luchar contra esta enfermedad. También ayuda contra las enfermedades cardiovasculares porque normaliza la presión arterial y el ritmo cardíaco protegiendo contra infartos.
Asimismo, se afirma que es útil para el cuidado de la piel, la nutre reduciendo sus niveles de grasa. Contribuye a mejorar la digestión pues posee un astringente natural que estimula el funcionamiento de los intestinos. Por último, la fibra de esta fruta ayuda a regular los movimientos intestinales, eliminando las toxinas dañinas del cuerpo.